Cuarta Brigada Nacional de Búsqueda

Reflexión desde el Centro de Estudios Ecuménicos

Durante las últimas dos semanas de enero se llevó a cabo en Guerrero la Cuarta Brigada Nacional de Búsqueda de personas desaparecidas. Tuvo tres ejes de intervención: en escuelas, en iglesias y por supuesto la búsqueda en campo. Los familiares de víctimas de desaparición han sido quienes de manera autogestiva se han organizado para la búsqueda, primero en las fiscalías, ministerios públicos, hospitales, reclusorios y ahora por cuarta ocasión han salido a buscar vida entre los muertos. Con picos, palas y varillas han aprendido en el camino a leer las anomalías de la tierra, a picar la tierra y escuchar sus ecos, a diferenciar huesos de humano y de animales, a pedir ayuda si alguien ha visto, oído u olido algo, buscan que las personas pierdan el miedo y den algo de información. Preguntándose ¿dónde están? cavan contrariadxs esperando encontrar y esperando no encontrar, cuando se halla una fosa vienen de golpe todas las preguntas, todas en silencio: ¿cómo los llevaron ahí? ¿cómo nos hemos hecho esto entre hermanxs? ¿Hemos peinado bien la zona? ¿estará completo el cuerpo? ¿cuánto tiempo tardará la identificación? ¿quién era? ¿tendrá familia y lo estarán esperando?

La brigada recibe con aplausos a los buscadores cuando llegan a la casa de la cristiandad en Huitzuco, el aplauso no es una celebración es una bocanada que permite seguir caminando y no ahogarse en el miedo o el dolor.

La brigada ha comprendido que se necesita buscarlos porque las autoridades no lo han hecho (la comisión Nacional de Búsqueda lleva un año sin presupuesto y solo alcanzó a hacer una base de datos: 40 mil desaparecidxs) o se cansan a la mitad como la Fiscalía de Guerrero (y dejan las investigaciones inconclusas como en el caso de las fosas conocida como las terrazas en Chilpancingo). Que además hace falta hacerlo por el país, por la memoria, por dignidad, por humanidad y no por un sueldo o una obligación sino por que en eso va la reconstrucción del país, los buscamos porque los amamos, y por que en esa incertidumbre está la paz de las familias, miles de familias: hijas, hijos, madres, padres, hermanos y hermanas, esposos y esposas.

Esta brigada en particular ha entendido que a parte de buscarlos hay que evitar que esto siga pasando, siguiendo la idea profunda que los desaparecidxs nos hacen falta a todxs, se propusieron otros dos ejes: escuelas e iglesias. Atravesado de un mensaje claro y sencillo (al viejo estilo de la educación popular) se les transmitió a los niñxs y creyentes la realidad que enfrentan los familiares cuando una persona que amamos desaparece. Metodistas, anglicanos, católicos, luteranos acompañaron a la brigada en un espíritu ecuménico compartieron momentos de oración, a sabiendas que los familiares son quienes les necesitan el acompañamiento pastoral, la vocación de servicio y cimientos de esperanza, fuerza de las palabras y en la búsqueda de paz con justicia. A través de oraciones, canciones, silencios se construyeron santuarios de memoria donde se pedía por los brigadistas, por las personas encontradas, por los familiares que aún no encontramos, quienes se volvían presencia a través del bordado de los nombres.

Hoy otra vez las familias vuelven a poner la agenda a nivel nacional, búsqueda, búsqueda, búsqueda ¡Hasta encontrarlos! La brigada buscó y visitó varios municipios y comunidades: Huitzuco, Chilpancingo, Cocula, Atenango del Río, Tetelilla, Xalitla, Zumpango.

En esta jornada se encontraron 7 cuerpos y varios restos que aún falta por identificar, se visitaron escuelas de todos estos municipios, se realizaron varias misas católicas con obispos de Acapulco, Chilpancingo, el párroco de Huitzuco fue un gran anfitrión de la brigada que abrió las puertas de la iglesia y de la comunidad. Se llevó a cabo un conversatorio entre académicos (UNAM, UACM, UAGro), organizaciones civiles y familiares en la Universidad Autónoma de Guerrero. Eventos en plazas públicas, una obra de teatro, entrevistas grupales, testimonios, una marcha por la paz, en fin se buscó llegar a todos los oídos y corazones para sensibilizar del tema. La tarea es titánica pero nadie pierde de vista el objetivo: encontrarlos y con ello reconstruir el país.

Sin las familias el subsecretario de gobernación (Alejandro Encinas) no habría picado la tierra saltándose todos los protocolos de búsqueda, sin las familias los ojos no estarían puestos en la designación del comisionado de búsqueda, o en la estrategia nacional para la búsqueda, o en el buen funcionamiento del Sistema Nacional, o en el Instituto de Identificación Forense, o en los delitos del pasado y un largo etcétera, pero la tarea no es solo de ellxs, hoy nos ponen el ejemplo de hacerse cargo de su propia historia, esperamos décadas para combatir la corrupción y la impunidad, pero ya es hora de hacernos cargo de nuestra responsabilidad de lo que dejamos de hacer como sociedad, de ver cómo se llevaban a los hijxs de otrxs y pensar que cubriendo nuestra mirada disimulábamos que ese no era nuestro problema. La paz es tarea de todxs. Recomendamos algunas notas o reflexiones de la brigada, como: desenterrar la verdad. O como la opinión de Pietro Ameglio «Rascar la tierra es construir paz»

No conocemos a los desaparecidxs, conocemos a su familiar y eso es suficiente para saber que nos hacen falta, por eso los buscamos a todxs y los buscamos entre muchos: familiares, periodistas, artistas, religiosos, laicos, estudiantes, académicos, peritos, funcionarios, creyentes. Vamos por buen camino pero no aún no es suficiente.